Volumen IX
El Escudo del Mago Parte I
El tiempo y la forja cuentan una historia…
Una historia de un genio enano, cuyas creaciones eran conocidas sobre la tierra. Creo artilugios y confecciones, simples innovaciones y grandes revelaciones, pero por sobre de todas estas, estaban sus escudos. Forjados con una técnica olvidada hace mucho tiempo e imbuidos con magia para que pudieran soportar tanto el tiempo como la guerra, estos escudos de la mente maestra eran apreciados entre coleccioneistas- pero aún más entre guerreros.
Un escudo en particular, pasado de mano en mano, terminó en posesión de un intrépido explorador. Con el en su mano, se adentró más profundo de lo que jamás había podido, sin temor con este gran artefacto para protegerlo. Y pronto descubriría (aunque sería una lección muy corta) que incluso el mejor escudo no podría protegerlo de todo.
Un ancestro, expulsado por los dioses por traicionar los poderes que le fueron otorgados, encontró una grieta a través de la cual podría volver a entrar a nuestro plano de existencia. Torcido y olvidado, deambuló a través de túneles y lava muy profundo por debajo de la tierra, asesinando a aquellos que no sucumbieran ante su voluntad inmediatamente. Nuestro intrépido aventurero fué un buen ejemplo de quienes tomaron una de las opciones más dolorosas. El demonio ahora estaba armado con uno de las más grandiosas piezas de protección corporal que este mundo haya conocido. Y a pesar de ello, el, también cayó en la arrogancia.
Es así que el escudo pasó a manos de su destructor, una hechicera de inmenso poder. Esta hechicera era conocida por sus descubrimientos y logros, y por su disposición anti-insensata. Dándose cuenta que el escudo tendría un mejor uso en otras manos que no fueran las suyas, de buena gana lo cedió a uno de sus amigos (temporalmente). Algunos dicen que esto fué lo único que pudo salvar su vida de el mismo destino que aconteció al propietario anterior.
Un día, el nuevo portador del escudo entrenaba con su amigo de toda la vida. Enajenados en el calor del combate, o tal vez solo por rutina, no notaron al joven hombre que se arrastraba hacia ellos. Tan débil como era este hombre, y tan fuertes como eran estos dos amigos, a nadie sorprendió la velocidad con que este se deshizo de ambos. Todo se atribuía a la maldición del escudo. Levantando el recientemente robado botín, el joven se arrastró de vuelta hacia las sombras, para nunca más ser visto, aunque se dice que a veces puedes escuchar su voz susurrando cuando los eventos de ese día vuelven a ser contados.
Al día de hoy, aventureros astutos son precavidos con cualquiera de esos antiguos escudos que llegan a toparse, pues podría ser el escudo maldito de la mente maestra que no ofrece ninguna protección, sino la muerte a quien lo empuñe.